Desde este mirador, al pie de la carretera que da acceso a la localidad de Alquézar, obtenemos una primera visión panorámica de esta monumental villa medieval y del último tramo del profundo cañón del río Vero, antes de que sus aguas, tras abandonar la Sierra de Guara, se adentren en las fértiles y dulces tierras de la Comarca del Somontano.
En lo más alto de una roca solitaria rodeada por profundos barrancos, se alza la inexpugnable fortaleza, levantada por los reyes cristianos después de haber sido arrebatada a los musulmanes en el siglo XI. A comienzos del siglo IX Jalaf ibn Rasid levantó sobre la peña un primer castillo, con el fin de impedir que la resistencia cristiana del vecino condado de Sobrarbe accediera a la Barbitanya. Estas sierras prepirenaicas representaron durante mucho tiempo una verdadera frontera entre dos culturas y dos religiones. El nombre de Alquézar también se remonta al origen árabe de la villa, pues deriva del topónimo al-Qasr, cuya traducción podría ser: 'la fortaleza'.
Tras ser conquistada por el rey Sancho Ramírez en el año 1067, fue posible repoblar las laderas situadas en las faldas del castillo, aunque no comenzaría hasta el 1100, cuando Barbastro pasó a poder de los cristianos. El trazado del casco urbano, adaptado a las curvas de nivel y protegido de los rigores climáticos, todavía conserva la estructura y fisonomía medieval originaria, no carente de sentido práctico y de misterio. No es para describirlo, sino para vivirlo. Típicas casonas ideadas como núcleos de actividad agrícola y ganadera. Una modesta plazuela porticada, en la que confluyen las calles, recuerda los mercados semanales de la comarca y el gran espacio abierto frente a la iglesia parroquial de San Miguel, lugar de concentración de las ferias de los primeros quince días de agosto.
La obra 'Sonrisa del viento', del escultor Gabriel, a modo de mirador, sirve para realizar una interpretación del paisaje. Hace un guiño al 'minimal art'. La escultura se realizó en el año 1990 en un encuentro de escultores al aire libre que dejó otros testimonios artísticos en el casco urbano de la localidad.
'Minimal Art' o 'Estructuras Primarias' denomina a un grupo de artistas que aspiran a un estilo más estricto geométricamente pero donde la imposición del orden no es inflexible sino más bien moderada. Las diferentes formas están reducidas a estados mínimos de orden y complejidad desde el punto de vista morfológico. Las obras Minimal personifican estados de máximo orden con los mínimos medios o complejidad de elementos y está más interesado por la totalidad de la obra que por las relaciones entre las partes singulares o por su ordenamiento composicional.
Bajo la forma adintelada de una puerta se sintetizan una serie de ideas, articuladas dialécticamente, que van desde la recreación ideal de un pasado primitivo, relacionando la figura del dolmen con la idea de antigüedad, hasta la pretensión real de acomodar un lugar desde el que poder contemplar un paisaje, el de la propia villa de Alquézar; pasando por las interpretaciones que pueden atribuirse a esta ventana, lugar por el que penetra el viento, con forma de labios que sonríen, desde la que se pueden asomar los espectadores para contemplar el paisaje; o la posible identificación formal de esta obra con una puerta urbana o arco de triunfo desprovisto de monumentalidad, pero necesario para indicar al viajero que el camino que conduce a Alquézar llega a su fin.
Ver Mirador ’Sonrisa al Viento’ en Alquézar en un mapa más grande
Artículo publicado y adaptado en audioguía en 'Descubre el Somontano de Barbastro -->'
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