miércoles, 23 de junio de 2010
La suerte es el azar aprovechado
Ya dijo Winston Churchill que 'la suerte es el cuidado de los detalles'. Hacer la llamada telefónica exacta en el momento preciso, interesarse por una cuestión concreta cuando los competidores duermen la siesta, ser infatigable hasta conseguir la precisión en lo grande y por supuesto y sin excusas en lo más pequeño, saber cuando el dormir es descanso y cuándo se convierte en freno... aquellos mil pequeños detalles que tensan las neuronas y la acción para ofrecer más que los demás, se entienden como determinantes para conseguir eso que algunos simplifican como 'tener suerte'. Es el cuidado de los detalles.
El azar es la conexión inesperada. Y toda conexión contiene y arrastra hechos y circunstancias que, a su vez, conectadas con las nuestras, abren nuevos espacios, posibilidades, conflictos u oportunidades.
Para tener suerte hay que estar constantemente atento y vigilante respecto al azar. Hay que tener las antenas del cerebro bien limpias y estiradas.
Los realmente despiertos cazan el azar al vuelo, les basta una mirada, una sonrisa, un '¿por qué no?', la insinuación de una posibilidad para, como mínimo, contemplar la conveniencia de anudar el contacto y tal vez recorrer y aprovechar un nuevo camino o atajo, porque lo que no se prueba, jamás se conoce.
Y cuando todo ha funcionado, uno recuerda que su suerte empezó porque detectó y estiró de ese invisible hilo del azar.
Y además, no dudes en escribir comentarios si quieres hacer alguna aportación.
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