viernes, 13 de mayo de 2011

Descubre el Somontano: Plaza Mayor en Alquézar

Plaza Mayor - Plaza de Mosén Rafael Ayerbe en Alquézar (Somontano, Huesca, Aragón, España)

La Plaza Mayor de Alquézar es un espacio tranquilo y bello, rodeado de porches en tres de sus vertientes que combinan en su construcción arcos adintelados y de medio punto. Aquí se detuvo Lucien Briet, escritor y pireneista francés, hace casi cien años para contemplar a las mujeres de Alquézar lavar la ropa, y lo contó en su diario con gran virtuosismo descriptivo: 'Esta plaza mide 8,25 metros de ancha por 22,50 de larga y constituye el corazón y la síntesis de esta región'. Hoy en día esa imagen es imposible de repetir, ya que el mencionado lavadero ha desaparecido, pero el resto del decorado permanece intacto.

Nos encontramos en el corazón de la villa de Alquézar, la antigua Plaza Mayor, y hoy llamada de Mosén Rafael Ayerbe; este personaje, natural de Radiquero, que ejerció de sacerdote en Alquézar a principios del siglo XX, dedicó muchos años de su vida a experimentar con nuevas especies de almendros, para dar con aquella que se adaptara mejor al clima de la zona y aportara mayores rendimientos. El resultado fue la almendra de desmayo o largueta. Los almendros de desmayo tienen las ramas caídas como los sauces, desmayadas, resistiendo mejor las heladas. El descubrimiento fue todo un éxito y por lo que mereció ser galardonado con la medalla de oro en la feria de Zaragoza en el día 31 de octubre de 1926 y también obtuvo la Gran Cruz del Mérito Agrícola.

Se trata de una hermosa y modesta plaza porticada, bajo cuyos soportales de anarquía constructiva, se situaban los comerciantes y artesanos que vendían sus productos venidos de la misma Comarca del Somontano, de las tierras llanas y de las montañas. Esta rodeada de edificios de los siglos XIV y XV y del renacimiento aragonés. Tiene acceso a calles estrechas y empedradas, que hacen retroceder a la Edad Media.

Las patas de jabalí y garras de aves clavadas en algunos dinteles y portones protegen la casa y su patrimonio de las fuerzas del mal y propician la fertilidad de los campos, de los animales y de las personas que en ella viven.

Alquézar llegó a contar con el privilegio de celebrar un mercado semanal y una feria anual desde 1528, año en el que Carlos V aprobó esta concesión a la villa. Tal hecho permitió que Alquézar iniciara una nueva etapa de esplendor y florecimiento.

Las casas solariegas de esta zona prefieren como materiales de construcción el ladrillo y el tapial, cada vez con mayor importancia: apareciendo ya las características del ladrillo aragonés, más grande y pesado que el castellano; se usa combinado con la piedra y, en ocasiones, sólo; en las cubiertas, por su parte, va ganando terreno la teja árabe.

Exteriormente, las casas destacan presentando dos, tres o más pisos en los que aumenta la importancia de los balcones y, sobre todo, el vuelo y trabajo de sus aleros en madera. En algunas de estas viviendas se conservan todavía sus escudos de infanzonía. La vida se desarrolla a partir del primer piso, donde se sitúan la cocina, el comedor y los dormitorios, continuados en los pisos superiores, cuando los hay. Las casas terminan en una planta de desván, que se acusa al exterior con pequeñas ventanas espaciadas, en las que a veces lo popular imita la galería corrida aragonesa nacida en el Renacimiento.


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miércoles, 11 de mayo de 2011

Descubre el Somontano: Ermita de Nuestra Señora de las Nieves en Alquézar

Ermita de Nuestra Señora de las Nieves en Alquézar (Somontano, Huesca, Aragón, España)

En la Calle Pedro Arnal Cavero y poco antes de alcanzar la porticada Plaza Mayor, se encuentra la pequeña ermita de Nuestra Señora de las Nieves.

La capilla ocupa el espacio disponible entre las dos casas laterales; por eso su planta es muy alargada e irregular. Es de una sola nave de tres tramos cubierta con bóveda de crucería estrellada, en la que se conserva un pequeño retablo formado por fragmentos de otros ya desaparecidos, tanto renacentistas como barrocos.

Su fachada fue edificada por canteros del siglo XVII siguiendo modelos de la arquitectura religiosa popular. En ella se abre una ventana en arco de medio punto y la puerta de ingreso cobijada por otro también de medio punto. El frente está coronado por una espadaña de época posterior.

La espadaña es una estructura mural que se prolonga verticalmente sobresaliendo del resto de la edificación, y suele acabar en un pináculo, o elemento decorativo que posee forma de pilar, rematado en su parte superior con una figura piramidal o cónica. Sirve para dar sensación de mayor altitud al edificio, siendo muy utilizada en la arquitectura gótica.

Junto a la ermita puede verse una jamba perteneciente a una antigua puerta hoy inutilizada y en la que aparecen grabadas las siluetas de dos suelas de zapatos. Tal vez fue éste el lugar en el que ejerció su oficio algún zapatero que ya nadie recuerda en Alquézar.

Nuestra Señora de las Nieves es una antigua advocación mariana que se remonta al siglo IV y que está muy extendida en Italia, España, Latinoamérica y Portugal.

El origen se atribuye a la época del papado de Liberio (352-366) en el que se relata que un anciano y acaudalado matrimonio de la nobleza patricia de Roma que no había tenido hijos y a los que se atribuía gran caridad hacia los demás, solicitaron de la Virgen María que les señalase qué debían hacer con sus bienes para garantizar el mejor uso cristiano de la herencia. La tradición católica cuenta que la Virgen se manifestó ante ellos y les indicó que, allá donde señalara, se le construyese un templo. Así, en la mañana de un 5 de agosto, amaneció nevado el monte Esquilino de Roma, lo que, como hecho extraordinario, el matrimonio interpretó voluntad de la Virgen y así lo hizo saber al Papa. Otras versiones afirman que la Virgen se apareció en sueños a los esposos y al Papa y les anunció la nieve de agosto.

La devoción a Nuestra Señora de las Nieves quedó reducida a Roma y su periferia, al menos hasta los inicios del año 1000.


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lunes, 9 de mayo de 2011

Descubre el Somontano: Calle Pedro Arnal Cavero en Alquézar

Calle Pedro Arnal Cavero en Alquézar (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Pasear por esta calle, antiguamente llamada Calle Mayor, nos permite introducirnos en el conjunto medieval de Alquézar y revivir el lejano pasado medieval. Es uno de los tres ejes vertebrales que recorren longitudinalmente el pueblo, al que derivan otras calles transversales más estrechas y escalonadas permitiendo una comunicación más fluida a los diferentes puntos del pueblo. Conviene caminar despacio por esta calle en dirección al castillo-colegiata con el fin de percibir la sinfonía de su trazado y sus casas, los portales de medio punto, aleros, balconadas de madera, escudos de infanzonía y la diminuta capilla de la Virgen de las Nieves, del siglo XVII, así como las perspectivas de callejas con pasadizos cubiertos. La calle, al igual que las aledañas, conservan el empedrado de finales de la Edad Media, con 'arroyo' en el centro para recoger las aguas.

Todavía se conservan varios 'callizos', o pasos cubiertos sobre las calles, como recuerdo de tiempos pasados en los que era necesario aprovechar al máximo el limitado espacio en una villa densamente poblada; se dice que era posible atravesar Alquézar de un extremo a otro sin necesidad de pisar la calle. Existen varias versiones de porqué esta construcción: bien como modo de defensa, o para facilitar el tránsito por la villa ya que sus calles de piedras rocosas lo hacían muy complicado. Lo que sí es cierto es que estos 'callizos' se aprovechaban para situar habitaciones voladas, ganando espacio en las casas.

La arquitectura doméstica de sus edificios, en los que se funde la piedra, el ladrillo y el tapial, es resultado de una sabia combinación de materiales utilizados en los somontanos y en la montaña, marcando así la transición entre ambas áreas geográficas.

Multitud de detalles esperan ser descubiertos por los ojos del curioso y del que desea perderse entre las estrechas calles empedradas. Labrada de casas rústicas, grandes portaladas, edificios de una austeridad espartana y escudos de armas esculpidos en las paredes.

Respecto de Pedro Arnal, personaje que da nombre a la calle, podemos decir que fue un pedagogo y escritor aragonés, considerado alquezrano por haber vivido en esta localidad los primeros años de su vida, ya que a Alquézar es adonde fue trasladado su padre siendo maestro. Estudió Magisterio en Huesca y Zaragoza. Considerado maestro modelo, conseguía de los niños disciplina y cariño por su carácter firme, amplia cultura y vida ejemplar. Daba suma importancia al cultivo de la inteligencia y a la educación moral; obligaba al razonamiento y a la reflexión por medio de preguntas socráticas, y proponía a los alumnos ejemplos de la vida diaria conducentes a su edificación moral. Solía advertir: 'Corrige, reprende; pero después acaricia'. Apasionado por los ideales de Joaquín Costa y admirador de la naturaleza, fue también escritor, de estilo fluido, ameno y persuasivo.


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viernes, 6 de mayo de 2011

Descubre el Somontano: Portada Gótica en Alquézar

Portada Gótica en Alquézar (Somontano, Huesca, Aragón, España)

La villa de Alquézar contó en sus orígenes con tres puertas que daban acceso al interior del recinto urbano, pero de todas ellas sólo se conserva este bello portalón de estilo gótico. Mientras que en uno de sus extremos fue levantado un arco de medio punto, en el otro frente se optó por un arco apuntado y coronado por el escudo de la villa, formado por tres torres de un solo castillo que recuerda el origen militar de la localidad.

Bajo el paso cubierto se encuentra la portada de casa 'El Médico', en la que existe uno de los escudos más antiguos conservados en Alquézar, pues posee una moldura de traza gótica y carece de elementos decorativos. En él pueden verse las barras de Aragón, un león rampante (con la mano abierta y las garras tendidas en ademán de agarrar) y, curiosamente debajo, la concha o vieira junto al báculo de peregrino, como emblema de quienes habían realizado la peregrinación al sepulcro de Santiago en Compostela.

Dado que Alquézar fue durante varios siglos un importante centro comercial, se cobraba impuestos a los mercaderes que deseaban vender sus productos en la plaza porticada; para evitar su entrada durante la noche se cerraban todas las puertas que daban acceso al pueblo.

Los textos que mencionan sobre las tasas de mercados informan a los historiadores de los productos que se traían desde tierras alejadas, y de esta manera sabemos que se importaban manzanas de la Gascuña francesa. Y en una línea similar pueden citarse los aranceles aduaneros y los textos relacionados con los peajes que atestiguan de los productos que entraban y salían. Y con ello se obtienen los datos correspondientes a los productos de los que Alquézar se abastecía en el exterior, bien porque no se consiguieran aquí o porque fueran de una calidad muy superior a los de la producción local.

Textos y objetos han puesto en la pista a los investigadores respecto de los productos y corrientes comerciales de la edad media en el Altoaragón. Los tejidos fueron un elemento destacado, y las referencias documentales respecto a ellos son muy abundantes y tempranas. Es posible que llegaran hasta esta tierra, en tiempos del rey Sancho Ramírez, telas de muy diversas procedencias, por ejemplo de Brujas y de Constantinopla. Unas piezas a las que sólo se puede proponer un destino relacionado con las personas que tuvieran un poder adquisitivo muy elevado, puesto que su precio tenía que ser considerable, y en aquel Aragón sólo podía ser abonado por la monarquía, el alto clero y los miembros más destacados de la nobleza.


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miércoles, 4 de mayo de 2011

Descubre el Somontano: Mirador ’Sonrisa al Viento’ en Alquézar

Mirador 'Sonrisa al Viento' en Alquézar (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Desde este mirador, al pie de la carretera que da acceso a la localidad de Alquézar, obtenemos una primera visión panorámica de esta monumental villa medieval y del último tramo del profundo cañón del río Vero, antes de que sus aguas, tras abandonar la Sierra de Guara, se adentren en las fértiles y dulces tierras de la Comarca del Somontano.

En lo más alto de una roca solitaria rodeada por profundos barrancos, se alza la inexpugnable fortaleza, levantada por los reyes cristianos después de haber sido arrebatada a los musulmanes en el siglo XI. A comienzos del siglo IX Jalaf ibn Rasid levantó sobre la peña un primer castillo, con el fin de impedir que la resistencia cristiana del vecino condado de Sobrarbe accediera a la Barbitanya. Estas sierras prepirenaicas representaron durante mucho tiempo una verdadera frontera entre dos culturas y dos religiones. El nombre de Alquézar también se remonta al origen árabe de la villa, pues deriva del topónimo al-Qasr, cuya traducción podría ser: 'la fortaleza'.

Tras ser conquistada por el rey Sancho Ramírez en el año 1067, fue posible repoblar las laderas situadas en las faldas del castillo, aunque no comenzaría hasta el 1100, cuando Barbastro pasó a poder de los cristianos. El trazado del casco urbano, adaptado a las curvas de nivel y protegido de los rigores climáticos, todavía conserva la estructura y fisonomía medieval originaria, no carente de sentido práctico y de misterio. No es para describirlo, sino para vivirlo. Típicas casonas ideadas como núcleos de actividad agrícola y ganadera. Una modesta plazuela porticada, en la que confluyen las calles, recuerda los mercados semanales de la comarca y el gran espacio abierto frente a la iglesia parroquial de San Miguel, lugar de concentración de las ferias de los primeros quince días de agosto.

La obra 'Sonrisa del viento', del escultor Gabriel, a modo de mirador, sirve para realizar una interpretación del paisaje. Hace un guiño al 'minimal art'. La escultura se realizó en el año 1990 en un encuentro de escultores al aire libre que dejó otros testimonios artísticos en el casco urbano de la localidad.

'Minimal Art' o 'Estructuras Primarias' denomina a un grupo de artistas que aspiran a un estilo más estricto geométricamente pero donde la imposición del orden no es inflexible sino más bien moderada. Las diferentes formas están reducidas a estados mínimos de orden y complejidad desde el punto de vista morfológico. Las obras Minimal personifican estados de máximo orden con los mínimos medios o complejidad de elementos y está más interesado por la totalidad de la obra que por las relaciones entre las partes singulares o por su ordenamiento composicional.

Bajo la forma adintelada de una puerta se sintetizan una serie de ideas, articuladas dialécticamente, que van desde la recreación ideal de un pasado primitivo, relacionando la figura del dolmen con la idea de antigüedad, hasta la pretensión real de acomodar un lugar desde el que poder contemplar un paisaje, el de la propia villa de Alquézar; pasando por las interpretaciones que pueden atribuirse a esta ventana, lugar por el que penetra el viento, con forma de labios que sonríen, desde la que se pueden asomar los espectadores para contemplar el paisaje; o la posible identificación formal de esta obra con una puerta urbana o arco de triunfo desprovisto de monumentalidad, pero necesario para indicar al viajero que el camino que conduce a Alquézar llega a su fin.


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viernes, 29 de abril de 2011

Descubre el Somontano: Camino Ra Guardia en Castillazuelo

Camino Ra Guardia en Castillazuelo (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Duración aproximada: 3 horas.
Dificultad: baja.
Época: todo el año, aunque es preferible evitar los días de máximo calor para salir al monte. Es recomendable en días fríos de invierno por la nitidez del paisaje.
Punto de partida: Plaza de Castillazuelo.
Desnivel acumulado: 221 m.
MIDE:
  • Severidad del medio natural: 1.
  • Dificultad de orientación: 1.
  • Dificultad de desplazamiento: 2.
  • Esfuerzo requerido: 2.
Tipo de Ruta: Ruta lineal, bicicleta de montaña y senderismo.
Espacios de Interés: Vistas panorámicas, cantera, ruta de interés geológico.
Recomendaciones: ir provistos de agua y utilizar calzado adecuado.

Antiguo camino de herradura, que sólo pueden transitar por él caballerías pero no carros, y que actualmente está poco transitado. También se empleaba para acceder a pequeños campos de cultivo, hoy yermos. Sirve para acceder al punto más alto de ra Guardia (586 m). El camino discurre por los ondulados paisajes del sector central de la Comarca del Somontano y sur del Parque Cultural del Río Vero. Realizando este recorrido es posible disfrutar de amplias panorámicas, especialmente hacia el norte, y del diverso mosaico de campos de cereal, viñedos, oliveras y encinares.

Desde el punto de vista geológico ra Guardia se compone de rocas calcáreas; corresponde a una escama desarraigada que ha sido transportada por el frente del manto de Gavarnie, al igual que el vecino Pueyo. Un manto, desde el punto de vista geológico, es la capa situada debajo de la corteza de la Tierra.

Esta ruta comienza y finaliza en la Plaza de Castillazuelo.

Salimos de la plaza del pueblo, cruzamos el puente, pasamos por al lado del Centro de Interpretación del Río Vero y subimos por la calle asfaltada de Ro Plano, llegando a ro Lugar Alto de Castillazuelo. Una vez allí, podemos detenernos a contemplar los restos del antiguo castillo.

Seguidamente se llega a la carretera del Canal, por la que proseguiremos hacia la izquierda hasta encontrar, a unos 200 metros, el pajar de Casimiro y el desvío a la izquierda que se dirige al Monasterio del Pueyo. Es ésta la parte de todo el itinerario donde más se nota la mano del hombre por discurrir entre campos de cereal, almendrales, algún olivar y grandes viñedos.

No dejaremos este camino hasta topar con la carretera asfaltada que conduce a la N-240, en el cruce del Tejar o camino La Paúl. Cogemos el camino de la izquierda, tramo que se suaviza bastante, y al poco rato atravesamos los Alcabeces, y poco después comienza la subida de las Malladas. El camino se empina bastante hasta llegar a la Cabañera. Continuamos de frente. Al llegar a la Val del Pueyo, estamos atentos, pues hay que tomar el primer desvío a la derecha, junto a un almendral, donde el itinerario se convierte en un camino de tierra (señalizado con poste y flechas de madera). Pasamos junto a un campo de almendros y un casetón de piedra, llamada caseta de Puente, resguardado bajo grandes encinas y bordearemos un olivar. Más arriba el camino se convierte en una pequeña y bonita senda, que va ascendiendo progresivamente, pasando por una zona de abundante vegetación. No tendremos ningún problema para continuar porque está marcado con balizas de madera.

A nuestro paso encontramos el impresionante carrascal de la cara norte, y también gran cantidad de chinebros (enebros), así como bucho (boj) en las zonas de sombra, madreselva, gamón, orquídea, violeta, plantas rupícolas como el té de roca abundante en las solanas, etc...

Respecto a la fauna, la zona es habitada por multitud de especies, aunque las que con más probabilidad nos podemos encontrar son: alguna bandada de perdices, y con un poco de suerte algún ziquilín (cernícalo).

En 5 minutos llegamos a la pista empleada en la explotación de la cantera de Andreu, y al terminar esta, nos topamos con el corte superior de la cantera. Seguimos por la senda, jalonada con pequeños hitos de piedra, intentando buscar el camino más lógico y más despejado de aliagas. En pocos minutos nos plantamos en lo alto del tozal de La Corona, mirador de ra Guardia ubicado sobre el imponente farallón calizo creado por la apertura de la explotación. Desde allí, en un día despejado, se pueden disfrutar de magníficas vistas sobre el Pirineo (pico Aneto, Cotiella, Peña Montañesa, Macizo de las Tres Marías y Tres Sorores, Sierra de Sestrales,...) de Guara (Sevil, Sierra Lupera, Tozal de Cubillas, Gratal,...) y de los imponentes frentes de cantera.

Esta posición antiguamente servía como atalaya para observar y vigilar el territorio, de manera que bien pudo haber habido allí alguna pequeña fortificación. Más modernamente, ra Guardia ha sido un punto estratégico para combatir las tormentas de granizo; desde su cima se domina prácticamente todo el término municipal por lo que era muy práctico para lanzar los polémicos cohetes antigranizo e intentar salvaguardar las cosechas.

Después de reponer fuerzas, nos podemos acercar a la cara sur de la Guardia, también llamada la 'Tresguardia'. Si paramos en un punto con una amplia y bonita visión en el horizonte, hacia el Somontano sur, y disponiendo de prismáticos, es posible admirar numerosas rapaces: alimoches, buitres, milanos.

El antiguo sendero discurre por la cresta entre abundante vegetación de monte bajo, en algunos tramos desdibujado al estar poco transitado. Llegamos hasta una vaguada donde las paredes rocosas pierden altura y desaparecen las cortadas, allí es el punto por donde se accede a la cara sur de Ra Guardia. Cruzamos al otro lado y llegamos a las cuevas de la Guardia, situadas al borde de la cortada natural de roca caliza. Desde aquí podemos contemplar las diferencias del paisaje de 'las Chesas', donde escasean los árboles y predomina el monte bajo.

Regresaremos por el sendero que recorre las paredes de Valcheladas, rodeando la cantera, paraje frecuentado desde hace muchos años por los montañeros, y donde hay numerosas vías de escalada.

Como premio para los más observadores, y con un poco de suerte, es posible ver surcar en el cielo el vuelo majestuoso de algún quebrantahuesos.

Regresamos por el bosque de quejigos y retomamos el itinerario de ida.

Si queremos hacer más turismo, también podemos optar por un itinerario de regreso distinto, si seguimos el mismo camino hasta la Cabañera, y allí tomamos a la izquierda el antiguo camino de la Chesa, un camino muy poco transitado, que nos conducirá al camino del Pueyo, y de aquí, sin mayores problemas, llegaremos al punto de partida.

Cantera de Ra Guardia


Cada 9 de mayo, festividad de San Gregorio, los vecinos de Castillazuelo acudían a ra Guardia en procesión. Esta procesión, antes de la Guerra Civil de 1936, se realizaba el día de Santa Cruz, el 3 de mayo. Salían de la iglesia de San Salvador portando el pendón. Una vez allí, clavaban la bandera en un agujero natural y se 'bendecían los términos'. A través de este ritual se protegían los campos y los sembrados y se garantizaban así las cosechas. Al terminar, se almorzaba, para después concluir la romería en el Pueyo. De regreso en el pueblo, la fiesta concluía en la plaza con el ondeo del pendón.

La zona de ra Guardia, de suelos pobres, siempre fue tierra 'mala' para cultivar. Antiguamente era monte comunal que luego se parceló para repartirlo entre los vecinos. Tan mala fama tenía ese terreno que los dueños regalaban algunas de sus propiedades.

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viernes, 1 de abril de 2011

Descubre el Somontano: Ermita Virgen de la Bella en Castejón del Puente

Ermita Virgen de la Bella en Castejón del Puente (Somontano, Huesca, Aragón, España)

La Bella, de Viella o Vella, puede significar 'la antigua', puesto que ya era venerada en tiempos de los godos, o referirse a la singular hermosura y belleza que tenía la imagen de la Virgen. Este antiguo santuario está situado al este del núcleo de Castejón del Puente, a poco más de un kilómetro de distancia, sobre una atalaya dominante del río Cinca.

Hay una teoría que sitúa su primitiva ubicación junto al puente, aguas arriba. Allí hubo capilla ya dedicada a la Virgen que sería trasladada por los templarios al extremo oriental del Monte del Castillo.

Se trata de una iglesia con planta rectangular rematada por un ábside, ya desaparecido; al interior subsiste la bóveda apuntada y sostenida por cinco arcos fajones de clara factura gótica. Obra de transición entre el románico y el gótico.

Unas arcuaciones ciegas en la parte del paramento que enlazaba ábside y nave, dicha decoración parece lombarda y coincidiría con una etapa anterior al resto de la nave. Lo cierto es que Jaime I, que había estado de niño en la ermita, dio estas tierras, antes que a los templarios a Alaón, monasterio ubicado en la ribagorzana localidad de Sopeira.

Al exterior tuvo una puerta al norte que comunicaría con el claustro, ubicado en el actual espacio ajardinado. Al otro lado estuvo la casa del santero. Sobre la ermita, en el punto más elevado por este lado del Monte Castillo, quedan restos de cimentación para una construcción cuadrangular, probablemente de un torreón que no faltaba en las casas templarias. Tampoco faltó el recinto murado que aún se puede ver, a pesar de haber perdido bastante altura.

La iglesia fue reajustada en la cabecera y a los pies. El testero semicircular acabó sucumbiendo en una reforma dieciochesca que creó un nuevo altar de la Virgen con camarín y deambulatorio por detrás para besar la imagen (hoy el presbiterio ha recuperado su aspecto original). Más recientemente se realizó una vidriera que aún subsiste. A los pies también se habilitó un nuevo espacio para instalar el preceptivo coro, tras las reformas tridentinas. Afortunadamente, por este lado la obra no fue tan funesta y se salvó la portada de medio punto con tres arquivoltas que debió enmarcarse por guardapolvo, a juzgar por la huella que queda en la fachada. La segunda arcada descansa sobre capiteles de decoración sencilla y estos sobre fustes semicirculares con pequeñas basas. Sólo es original el de la derecha que contiene una fina lacería. El otro tuvo que ser repuesto.

Esta portada tuvo atrio que fue desmontado para que al menos se pudiera ver este último resto románico. El atrio sirvió de refugio y tenía bancos corridos al interior.

La sillería es buena y tan bien asentada que a veces da sensación de no tener argamasa. Va toda con marcas de cantero. Desde las dependencias contiguas se pueden ver unos tres labrados. El vaciado del material de relleno entre contrafuertes y arcos, produjo un desajuste de los arcos fajones que empezaron a abrirse y tuvieron que sujetarse mediante tirantes de acero. Hoy se han edificado contrafuertes de cemento que detienen la apertura de los muros.

El interior ha sido restaurado, en el muro meridional, hasta hace poco, aún se podían observar los sillares chamuscados en el incendio de 1896. El resto de las paredes estaban provistas de una recia capa de estuco que ha sido retirada. En el muro sur, sobre una de las pilastras, han aparecido restos de pintura mural de la época en que se levantó el templo (siglo XIII), la imagen de más abajo parece una estampa jacobea con un cielo estrellado de fondo y un santo o virgen con aureola.

Las actuaciones que se han efectuado en la iglesia, anejos y entorno dieron como resultado el hallazgo de restos de construcción romana y aljibes de esa época. Es posible que aquí hubiera un castro romano que controlara el tránsito en la vía Ilerda-Osca por el puente sobre el río Cinca, y cuya guarnición se encargaría de proteger el tramo de calzada de bandidos.

Cuenta la leyenda que durante la invasión musulmana se escondió una talla románica de la Virgen para protegerla. En el año 1089, se reconquista Castejón del Puente, a la vez que Monzón. Una noche, un pastor llamado Domingo Rivera vio una luz que resplandecía junto al templo. Fue al pueblo para avisar a los vecinos, que picaron donde estaba la luz y encontraron la talla original.

La llegada de los templarios, tras las dos conquistas aragonesas de estas tierras y un período de dominación señorial mediante tenentes, supuso la edificación de un monasterio o casa templaria que sigue los mismos cánones que otras de las órdenes militares en la Comarca del Somontano, como por ejemplo en la Virgen del Treviño en Adahuesca.

Y así, durante más de tres siglos, esta ermita se convirtió en la parroquia, hasta que en 1562 surge la nueva iglesia dedicada a la Asunción, y nuestra ermita pasa a llamarse la vieja o La Bella.

Hubo aquí también ermitaño que cuidaba del templo, limpiaba, mantenía las lámparas y hacía el toque de las campanas. A cambio podía recoger limosnas y cultivar algunos trozos de tierra propiedad de la ermita que fueron desamortizados en el siglo XIX, pasando a engrosar el patrimonio de los más acaudalados.

Parece ser que el rey Felipe II vino a curarse la gota. Se hospedaba en casa del señor de Ballabriga. Se conserva un cuadro como memoria del suceso donde aparece el rey besando a la Virgen.

Felipe IV se resguardó aquí en su viaje durante la Guerra de Cataluña, hacia 1640.

Al comienzo del siglo XVIII cuando se declara la Guerra de Sucesión, se refugian aquí algunos sacerdotes de los pueblos cercanos. Aprovechan la estancia para crear una congregación de misionistas al frente de la cual está el cura de Monesma de San Juan: Francisco Ferrer. Esta iniciativa sería el embrión del seminario de Barbastro que en 1723 regentaban los Padres de San Felipe Neri. El seminario creció y se fue a la capital episcopal. El hueco lo llenaron los Padres Paúles entre 1752 y 1759, que también acabaron buscando casa en Barbastro.

Luego se creó un beneficio para sustentar a un prior que cuidara de los oficios religiosos en la ermita y siguió funcionando como aneja y capellanía de la colegial, teniendo un sacerdote que, allá por 1840, era también el maestro de la escuela. Cuentan que un rico de Barbastro hizo una importante donación para este santuario, con el dinero se intentó levantar un gran edificio anejo, moviéndose los cimientos de la ermita, lo que provocó una penosa restauración que hoy en día ha sido corregida.

En tiempos de López Novoa tenía La Bella dos altares, además del de la titular, el de San Antonio de Padua y el del Salvador, con pinturas de singular mérito. Aquí se veneraba también el crucifijo que los Padres de San Vicente de Paúl llevaban en sus misiones.

El 24 de Octubre de 1896 un casual incendio invadió el Santuario, siendo imposible impedir que el fuego abrasase la imagen y parte del pedestal. El día 2 de Noviembre el obispo de Barbastro visitó el pueblo y 'examinó detenidamente los desperfectos causados y acordó con el pueblo restaurar en breve la antigua imagen y capilla'. Realmente no se restauró la imagen de la virgen de la Bella sino que se realizó una nueva, ya que solamente quedo sin quemar un dedo que se guardó en un precioso relicario de plata desaparecido junto con la nueva imagen en la contienda civil española de 1936.

Las fiestas más señaladas que tenían lugar en esta ermita eran para septiembre. El 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen, estaba ya instituido como día festivo de Castejón en el siglo XVI. En ese día se iba a la ermita cantando los gozos, se hacía la misa y se repartía caridad, pan primero, y últimamente tortas bendecidas.

Otro día importante es el 25 de marzo, día de la Encarnación o Virgen crespillera, fiesta pequeña que duraba dos días. Las mozas cantaban en la misa mayor, luego se organizaba la venta de pasteles y el baile. El postre típico en esa fecha son los crespillos, tan interesantes para el turismo gastronómico.

En Pascua de Resurrección también se venía a la ermita en procesión. Durante la Semana Santa se celebraba el vía crucis que transcurría por el camino que separa la parroquial de La Bella. En la piedra se incrustaban las cruces de las diferentes estaciones y al final estaban las tres representando el Calvario. Todas fueron derribadas durante la Guerra del 36, sólo quedan los fundamentos donde asentaban.

En el trayecto estaba la cruz de San Pedro de Mártir, 29 de abril, desde donde se bendecían los términos, esta cruz desapareció hace muchos años y la fecha de bendición se llevó al 3 de mayo, fiesta de la Santa Cruz. También recuerdan, debajo de la ermita, la Piedra del Pan pero no se recuerda el por qué de ese nombre y, en el trayecto de la ermita al pueblo, otra piedra conocida como la cama de los novios marcada en el camino. Probablemente relacionada con cultos de fertilidad. Tras la celebración del matrimonio y para que este fuera fructífero, se visitaba.

Muchas gentes venían hasta aquí para reclamar la protección de la imagen, sobre todo en las gestaciones y en los nacimientos, llevándose un viejo manto que se ponía encima de la sábana durante el parto, también cogían aceite de la lámpara que en caso de apuro servía para aplicarlo sobre el vientre haciendo la señal de la cruz.

Los autores eclesiásticos que han escrito sobre los poderes milagrosos de la imagen dicen que cura del pecado interior, quizá se refieran a las crisis de fe. Lo cierto es que se atribuyen a esta imagen, dos veces destruida y sobre cuyo rostro según creencia popular no se pone el polvo, innumerables milagros. Dos de estos, acaecidos no hace muchos años, se recuerdan bien:

El primero aconteció en 1872 a una montisonense llamada Isidora Gudel que privada de la vista y desahuciada por un par de médicos, vino a la ermita, se untó con el aceite de la lámpara, oró y al estar besando la efigie mariana en el camarín recobró la vista.

En 1932 a la vecina de Castejón, Teresa Serrablo, se le detuvo el proceso del parto y no podía dar a luz. En tal situación sólo cabía la muerte, por lo que se le administraron los santos óleos. Cuentan que entonces se encomendó a la Virgen y parió un niño muerto, aunque el milagro fue que ella se salvó.

Así es como la fe popular ha ido consagrando la costumbre de cuando nace un niño se iba a la Bella para dar gracias a la Virgen y para la purificación de la madre.

La imagen primitiva viene descrita en la obra recopilatoria del padre Faci: sedente, con la mano izquierda sostenía al niño con el orbe y en la derecha llevaba una azucena, atributo de la pureza y virginidad. Quemada en 1896, como se ha dicho, se incluyó un resto que quedó de la escultura en la que se hizo nueva. Esta acabó en la hoguera en el 36 y la actual, guardada en la capilla del Ayuntamiento, se traslada en la fiesta de septiembre a la parroquial, donde preside los actos religiosos.


Artículo publicado y adaptado en audioguía en 'Descubre el Somontano de Barbastro -->'