miércoles, 23 de marzo de 2011

Descubre el Somontano: Fiesta del Crespillo en Barbastro


El crespillo es un original postre típico de Barbastro y del Somontano cuya elaboración difiere de uno a otro cocinero, pero que siempre toma como base las hojas más tiernas de las borrajas. Esta verdura se reboza en una masa elaborada principalmente con huevo, harina, anís y levadura, se fríe y se espolvorea con azúcar o canela. También hay quien le añade el cocimiento de la naranja, e incluso leche.

Los crespillos pueden elaborarse como se hacían antes en el mundo rural, donde los obtenían de las pencas de las borrajas o de las acelgas (de las partes que desechaban), y reservaban aparte los cogollos. Era el método utilizado por las mujeres aragonesas para aprovechar todo, reservando lo mejor de la verdura para la comida y sirviendo de postre lo que normalmente se tiraba.

Según la tradición, el domingo más cercano al 25 de marzo, festividad de la Encarnación, en que la Virgen se quedó encinta para dar a luz nueve meses después, en diciembre, a la vez que se recogen las aceitunas de los olivares. Si la Virgen y las oliveras obtienen su fruto a la vez, es probable que se preñaran también al mismo tiempo. Por eso la realización de ese postre debe tener lugar el 25 de marzo, para propiciar el preñado de las oliveras, esto es, para que se polinicen las flores de los olivos y den buena cosecha.

Desde el punto de vista antropológico, esta costumbre celebra la llegada de la primavera, el renacer de la naturaleza y la dignificación de las tareas agrícolas.

Esta tradición ha sido potenciada en los últimos años, convirtiéndose en fiesta gastronómica, llevándola a la calle en medio de un gran ambiente popular, amenizada con música, que favorece la degustación gratuita de este rico postre. Pero no hay que olvidar que se trata de una tradición casera de toda la vida. Es una fiesta en la que religiosidad y tradición van de la mano, y el crespillo se hace conmemorativo, litúrgico y ritual.

La Plaza del Mercado acogerá desde primeras horas de la mañana esta fiesta recuperada y organizada por el grupo cultural Tradiciones. Participan más de cincuenta cocineros y voluntarios de asociaciones involucradas que trabajarán en la elaboración de miles de crespillos que se podrán degustar a partir de las 12:00 horas del mediodía, amenizado todo ello con música popular.

Las Damas mayores e infantiles son las encargadas de repartir los crespillos, acompañados con un dulce vino de uvas macabeo y moscatel, entre los cuatro mil asistentes, tanto barbastrenses como visitantes que haciendo turismo libre se acerquen a la Plaza del Mercado.

En las últimas ediciones se viene utilizando alrededor de 60 docenas de huevos, 70 kilos de harina, 75 kilos de azúcar, 20 litros de leche, 140 litros de aceite de oliva, 8 botellas de anís, 20 cajas de levadura Royal, 15 cajas de gaseosa y medio kilo de anís en grano, además de casi 10.000 hojas de borraja y cientos de hojas de espinacas. Todo ello para elaborar unos 10.000 crespillos.

Es una fiesta popular, gastronómica y sencilla, que hacen que ese día, Barbastro huela a postre.

En otros muchos pueblos de la Comarca del Somontano se elaboran crespillos el día de la Encarnación y también se organizan degustaciones populares: Azlor, Estadilla, Salas Altas, Salas Bajas, Castejón del Puente, Castillazuelo, Pozán de Vero...

En algunos pueblos el aceite de freír los crespillos se llevaba a los olivares para untar con él las yemas de los árboles. En otros, lo que se llevaba era el ajaceite de la rematadura, creyendo que así se doblarían de olivas.

RECETA DE LOS CRESPILLOS


Ingredientes


800 grs de hojas tiernas de borraja
300 grs de harina
200 grs de azúcar
2 huevos
2 Gaseosas de sobre
El zumo de media naranja
1/4 l. Leche
aceite de oliva.

Preparación


Batir las yemas de huevo con el azúcar hasta que esté bien espumoso. Luego con la harina, un poco de leche, las gaseosas y quien lo prefiera con el zumo de una naranja, se prepara una pasta muy ligera con la que se rebozan las hojas más tiernas del cogollo de la borraja, una vez bien limpias y troceadas. La harina habrá que irla incorporando hasta que la pasta no escurra.

Se fríen en aceite muy caliente, si la masa está bien hecha, el crespillo se dará la vuelta solo en la sartén, y cuando estén dorados se escurren y, en frío, se espolvorean con azúcar.

Consejos


Existe una variante más sofisticada de esta receta que añade a los ingredientes para la pasta una copita de anís y deja las hojas de borraja a remojo en leche durante quince minutos antes de rebozarlas y freírlas.


Ver Plaza del Mercado de Barbastro en un mapa más grande

Artículo publicado y adaptado en audioguía en 'Descubre el Somontano de Barbastro -->'

lunes, 21 de marzo de 2011

Descubre el Somontano: Camino al Monasterio de El Pueyo en Barbastro


Ver. Camino Monasterio de El Pueyo. en un mapa más grande

Duración aproximada: 3 h. y 40 min.
Distancia aproximada: 13 km.
Desnivel: 262 metros.
Dificultad: Baja.
Época: Todo el año.
Punto de partida: Cruz en el barrio de Santa Bárbara, situada al final de la Calle Virgen del Plano.
MIDE:
  • Severidad del medio natural: 1.
  • Dificultad de orientación: 1.
  • Dificultad de desplazamiento: 1.
  • Esfuerzo requerido: 3.
Recomendaciones: Llevar calzado adecuado, evitar salir al monte en los días de máximo calor y llevar algo de agua, aunque en el Monasterio hay fuente de agua potable.

El término Pueyo viene del latín 'podium', que significa 'lugar alto'. Y es que el Monasterio se sitúa sobre un monte cónico elevado a 603 metros sobre el nivel del mar. Parece verosímil la existencia en esta peña de un castillo en la Edad Media, que probablemente lo utilizarían los cristianos en 1099 para lanzarse a la conquista de la ciudad del Vero; y que anteriormente habría estado en posesión de los musulmanes. Las primeras menciones documentales son del siglo XII, precisamente en el momento de la conquista de la ciudad.

Partiendo desde cualquier lugar de Barbastro debemos dirigirnos al punto inicial de nuestra marcha ubicado en la Cruz del barrio de Santa Barbara, de donde parten dos caminos. El de la derecha nos conduciría a la ermita de la Virgen del Plano, pero nosotros cogeremos el de la izquierda que nos permite tomar el Camino de los Canónigos, atravesando los depósitos que suministran agua potable a la ciudad y cruzando la acequia de Selgua, discurrirá nuestra caminata entre campos de oliveras, almendreras y de cultivos propios de la zona.

Monasterio de El Pueyo en Barbastro (Somontano, Huesca, Aragón, España)
La leyenda se sitúa tras la conquista definitiva, en el año 1099, de Barbastro por Pedro I, y coincidiendo con la llegada del decreto papal para el traslado de la sede episcopal desde Roda de Isábena a Barbastro. Cuentan que un pastorcillo, apenas adolescente, llamado Balandrán, originario de Morilla (hoy en día una aldea perteneciente a Ilche), habiendo conducido una noche de abril de 1101 su rebaño a la cima del monte, oyó desde la cabaña donde dormía, músicas celestiales y voces, llamándole por su nombre hasta tres veces. En medio de la noche oscura, presa del temor, salió fuera de su refugio pastoril y se topó con la imagen de la virgen entre las ramas de un almendro, rodeada de ángeles. Comunicó la noticia a los vecinos de Barbastro, pero en un principio dudaban de sus explicaciones, sin embargo, una marca en el rostro del pastor confirmaba la aparición de la Virgen. Entonces los barbastrenses no dudaron en subir en procesión y edificaron a la virgen una primitiva ermita al estilo rústico y tradicional de la zona.

En aquella modesta ermita San Balandrán sirvió de sacerdote toda su vida hasta su muerte. En una pequeña estancia vecina a la iglesia del actual monasterio se halla una tumba de características góticas donde se haya sepultado San Balandrán, el cual era un hombre de gran estatura y poderío físico para aquella época. Cuenta una tradición oral de la Comarca del Somontano que los hombres y mujeres en edad de merecer debían ser capaces de abarcar con sus brazos extendidos toda la longitud de la tumba a fin de poder conseguir pretendiente con el que llegar a compartir los rituales sagrados del matrimonio.

El camino de los Canónigos nos lleva hasta coger el camino de los Oncenos. La historia dejó testimonio de cómo fue la primera peregrinación al Pueyo, que con seguridad transcurrió por los mismos caminos que nosotros recorremos ahora: 'Fue una devota y solemne procesión, compuesta del clero, autoridades y pueblo. Balandrán la precedía, como Moisés al pueblo hebreo. Todo el pueblo se postró alrededor del privilegiado almendro, adorando con lágrimas de ternura a la Reina del cielo en su devota imagen y dando gracias infinitas a Dios por el inmenso beneficio. Secundada así la Voluntad de Nuestra Señora, de que el pueblo de Barbastro acudiera a venerarla, los asistentes a la procesión regresaron a la ciudad a la caída de la tarde'. Y así es como nació la tradicional romería, conservada hasta nuestros días, y que cuenta con más de novecientos años de historia.

El camino de los Oncenos nos conduce hasta una humilde ermita dedicada a San José, a los pies del monasterio, donde es necesario reunir ánimos para emprender la cuesta final. Esta ermita y su altar han sido restaurados recientemente por la Asociación de Amigos del Pueyo. Este último tramo coincide con el acceso asfaltado desde la carretera N-240 hasta la cima del monte. Pero antes pasaremos junto a la Plaza del Sol, escenario de celebración de comidas populares y actividades lúdicas los días de romería; para finalmente alcanzar el Monasterio de El Pueyo.

La actual iglesia del Monasterio data del siglo XIV. Es un templo gótico de una sola nave con la cabecera ampliada a mediados del siglo XVII. El retablo de 1630 fue destruido en la Guerra Civil. El Camarín de la Virgen se puede visitar pasando por detrás del altar para ver una imagen de madera policromada de la misma, donde los devotos suelen rezar y depositar una limosna; es obra del siglo XVIII y está decorado con frescos de Francisco Bayeu sobre escenas de la vida de la Virgen, y restaurados en 1994 por Liberto Anglada. La Virgen se trata de una copia, la original fue robada. También son de destacar los mantos de la Virgen o la tosca sillería del coro de la iglesia hecha por los mismos monjes.

Nuestra Señora del Pueyo despierta gran devoción en el Somontano, como atestiguan por ejemplo los sepulcros de Diego de Berbegal y Ana Buil que se conservan en el interior y las numerosas poblaciones de la comarca que celebran durante la primavera romerías hacia el Santuario. Estas romerías populares al santuario comienzan el primer lunes de Pascua y se prolongan hasta los meses de verano, generando una actividad lúdica, social, cultural y religiosa.

En el siglo XVII subían en romería mas de 50 pueblos, casi todo el Somontano; en el siglo XVIII, eran 33; a principios del XIX, durante la Guerra de la Independencia, son sólo nueve: Barbastro, Antillón, Blecua, Bespén, Fornillos, Permisán, Pozán de Vero, Peraltilla, Abiego y Castillazuelo.

Los más antiguos subiendo son Antillón, Bespén y Blecua, romerías en las que sólo participaban hombres, y datan de 1545. Peraltilla sube desde el año 1645. Cesó en 1877, pero luego reanudó su romería hasta el 1931, en que de nuevo cesó hasta pasar la Guerra Civil.

En el año 1251 el rey de Aragón Jaime I el Conquistador fecha en Lérida un decreto por el que concede al Pueyo de Barbastro una capellanía oficial, cumpliendo así la petición de su esposa por establecer un Santuario en el Pueyo.

En el año 1834, durante la desamortización de Mendizabal, un grupo de prohombres barbastrenses consiguió recuperar el Santuario para la ciudad del Vero gracias a una rápida galopada entre ambas ciudades. La política de desamortizaciones pretendía vender en pública subasta los terrenos del clero y recaudar fondos para el Estado. Uno de los bienes subastados serían los terrenos del Monasterio de El Pueyo. Estaba previsto sacarlo en pública subasta primero en Huesca y unas horas después en Barbastro. Pero un grupo de vecinos de Barbastro se confabularon para impedir que estos terrenos cayeran en manos de personas o empresas ajenas a la ciudad. Así, se recaudó dinero y se decidió participar en la subasta con el fin de que estos terrenos fueran de propiedad municipal. Pero para ello había que saber cuál era la cantidad ofertada en Huesca, para horas más tarde subir la cifra en la subasta a celebrar en Barbastro. Se estableció la siguiente estrategia: un jinete barbastrense acudiría a la capital para conocer la cifra pujada y después recorrer a caballo la distancia de vuelta. A lo largo de los más de cincuenta kilómetros se prepararon varios caballos para permitir al jinete llegar antes del final de la puja que se celebraba en Barbastro.

Hoy en día se rememora anualmente este hecho histórico, gracias al Club de Atletismo de Barbastro, con una carrera simbólica saliendo de la Delegación de Hacienda en Huesca y con meta en el Santuario; estableciendo varios relevos con el fin de hacer la prueba más llevadera y participativa. Y una vez llegados al Santuario se entrega a la Virgen una réplica del acta notarial de propiedad del Santuario para recordar que el esfuerzo de unos barbastrenses en el siglo XIX permitió que hoy todos los vecinos del Somontano puedan disfrutar de este enclave.

En el año 1889 el Abad de Montserrat establece una comunidad benedictina con monjes procedentes del Santuario de Treviño (Adahuesca) y de Montserrat en Barcelona, inaugurando el Monasterio del Pueyo el 13 de diciembre de 1889. Se encargaron de atender el culto y cuidar los edificios y el patrimonio del Monasterio.

El 1 de octubre de 1962 la comunidad benedictina abandono el monasterio, y el 17 de octubre de ese mismo año se instala la congregación del Corazón de María que lo hicieron noviciado de la provincia Claretiana de Aragón. Entre sus habilidades se encontraba la elaboración de un buen vino Macabeo, 'que no produce mareo y quita el cabreo', según rezaba su etiqueta de comercialización.

De la presencia de estas dos últimas órdenes religiosas en el Monasterio, ha quedado testimoniada en las dos representaciones de los fundadores que acompañan a la imagen de la Virgen: San Benito, fundador de la orden benedictina, y San Antonio María Claret, fundador de los misioneros claretianos.

Los últimos claretianos han permanecido en el Monasterio hasta septiembre del año 2009, donde actualmente han tomado el relevo los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado.

De estilo gótico primitivo, el edificio sigue una línea arquitectónica traída por los monjes cistercienses desde el sur de Francia a finales del siglo XIII. La biblioteca que conserva el Monasterio es uno de sus emblemas, con más de 30.000 obras de literatura latina, española y francesa, sagradas escrituras, ejemplares de derecho canónico y civil, de medicina e historia o ejemplares de cultura aragonesa.

Una extensión espectacular se ve desde el Pueyo por los cuatro costados. Hasta cincuenta pueblos con buen día y buena vista. Desde la mesa orientadora que pusieron los militares del Regimiento de Cazadores de Montaña en un balcón mirador, se señala de Sierra Gratal hasta San Quilez, pasando por Guara o Peña Montañesa.

Para el regreso a Barbastro disponemos de varias alternativas: la primera, volvemos a realizar el mismo camino de subida pero esta vez en sentido contrario; una segunda posibilidad, y si disponemos de tiempo para hacer más turismo libre, podemos atrevernos con rutas alternativas, tanto dirigiéndonos desde la Plaza del Sol hacia el norte, buscando la cantera del Pueyo y el Camino Ras Guardia que nos llevaría hasta Castillazuelo, pero que debemos atajar para no hacer un gran rodeo si queremos volver a Barbastro. Y una tercera alternativa es, buscando la orientación sur para retornar a Barbastro pero a través de campos en Fornillos y recordando la cabañera del Camino Real de Zaragoza.

Artículo publicado y adaptado en audioguía en 'Descubre el Somontano de Barbastro -->'

viernes, 18 de marzo de 2011

Descubre el Somontano: Camino de La Costera en Pozán de Vero

Pozán de Vero (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Duración aproximada: 4 horas.
Dificultad: Baja.
Época: Todo el año.
Punto de partida: zona deportiva de Pozán de Vero.
MIDE:
  • Severidad del medio natural: 2.
  • Dificultad de orientación: 2.
  • Dificultad de desplazamiento: 2.
  • Esfuerzo requerido: 1.
Recomendaciones: Ir provistos de agua, llevar calzado adecuado y evitar salir al monte en los días de máximo calor.

Este itinerario lineal empieza y termina en la zona deportiva, junto a la báscula municipal de Pozán de Vero. Es apto para realizar a pie y también para el turismo libre en bicicleta de montaña (excepto el último tramo de subida al mirador de 'La Costera').

En el yacimiento de la Costera de época ibero-romana se documentan restos de estructura arquitectónica de los siglos III y II A.C, ya que el río era una arteria de comunicación, este se convierte en un lugar clave de control. Existe la hipótesis que La Costera estaba comunicada mediante una vía romana con los yacimientos de el Plano de Salas Bajas, La Cabañera de Montesa y con Costean.

La ruta en parte coincide con la Ruta BTT de los Viñedos que discurre por las localidades de Buera, Salas Altas, Salas Bajas, Pozán de Vero y Huerta de Vero.

Desde aquí el camino empieza ascender hasta alcanzar la planicie cultivada. Una vez allí, la ruta serpentea entre campos de cereal, viñedos, olivares y almendrales hasta llegar a los pies del cerro del Puntón. Una senda por un bosque de pinos te llevará a la cumbre a 633 metros. Impresionantes vistas sobre el Pirineo, la sierra de Guara o los viñedos de la Comarca del Somontano recompensarán el esfuerzo de cualquier visitante.

Todo el camino está flanqueado por cultivos mediterráneos: la vid, el cereal, el olivo y el almendro. Desde la Antigüedad, los hombres han valorado la fertilidad de estas tierras. Los romanos ya trabajaban la vid y el cereal en la cercana villa de El Plano (Salas Altas). En la actualidad el monte de Pozán de Vero es un enorme mosaico de cultivos de secano.

Artículo publicado y adaptado en audioguía en 'Descubre el Somontano de Barbastro -->'

miércoles, 16 de marzo de 2011

Descubre el Somontano: Ruta de Santa María de Dulcis en Buera

Ruta de Santa María de Dulcis en Buera (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Duración aproximada: 2 horas en total si se realiza a pie.
Dificultad: Ninguna, ya que se trata de un camino asfaltado.
Época: Todo el año.
Longitud: 4 kilómetros en total.
Punto de partida: calle Mayor de la localidad de Buera.
Desnivel acumulado: 40 metros.
Recomendaciones: Aunque en el Santuario de Dulcis hay una fuente, se recomienda llevar algo de agua para el camino.

Buera es un lugar excelente para realizar sencillos itinerarios por las onduladas serranías del norte de la Comarca del Somontano, en las que sorprende la diversidad de colores y formas, como si de un mosaico se tratara. A través de la ruta de Santa María de Dulcis también es posible conocer importantes elementos artísticos y etnográficos integrados en el Parque Cultural del Río Vero.

Antes de partir de Buera es conveniente pedir la llave del Santuario de Dulcis en casa de Ana (Cl/ Mayor, número 1). De la calle Mayor, situada a la entrada de la localidad, parte el camino asfaltado que debemos tomar. A lo largo del recorrido existen varios paneles interpretativos, en los que se ofrece una valiosa información de los diferentes elementos de interés.

En primer lugar se atraviesa el Llano de San Juan, donde se extienden los campos de cultivo limitados por viejos muros de piedra. A lo lejos pueden verse las siluetas inconfundibles de la Sierra de Guara, de la Sierra de Sevil y de la villa medieval de Alquézar. A 700 metros de Buera encontramos la ermita de San Juan Bautista, lugar donde se reúnen, el domingo más próximo a cada 24 de Junio, los jóvenes y mayores de Buera a saborear los bocadillos, tortas y vinos que las Mairalesas preparan para la fiesta de San Juan.

De la misma ermita, en un desvío a la izquierda, parte el camino que conduce, en tan sólo 5 minutos, al magnífico Pozo de hielo de 'Os Moros', obra de planta circular y grandes dimensiones, cubierta con una hermosa cúpula totalmente construida en piedra y semienterrada a un nivel inferior al suelo.

Según la tradición allí se ponían en su interior placas de hielo cogidas del barranco, estando cada capa de placas de hielo, separada de la siguiente por capas de paja. Estas láminas recias de hielo eran usadas en verano para refrescar. Comentan los más mayores de la zona que este hielo era transportado por la noche para ser usado por los jefes musulmanes residentes en el castillo de Alquézar. Este pozo podría perfectamente ser romano y no árabe. El hielo y la nieve eran muy apreciados, especialmente desde finales del siglo XVI, llegando a convertirse en una fuente de ingresos económicos esenciales para los Concejos que disponían de ellos.

De nuevo es necesario regresar a la ermita de San Juan para proseguir la ruta que conduce al Santuario de Nuestra Señora de Dulcis, testigo del continuo ir y venir de multitud de peregrinos jacobeos que hacían un alto en el camino. Situado en un bello paraje poblado de encinares y quejigales, y en una pequeña explanada donde, oculta entre centenarios olivos y esbeltos pinos, se alza una sobria ermita de austeros muros, guardianes de un auténtico tesoro mudéjar para todos los amantes del arte.

El Santuario de Santa María de Dulcis data del año 1610, y está construida sobre un antiguo templo románico. Según la leyenda, tras la expulsión de los moros de estas tierras durante la reconquista, la imagen de la Virgen apareció sobre un panal de miel, siendo éste el origen de su advocación. El recinto era un importante centro espiritual que dependía de la cercana Colegiata de Alquézar, y un punto de descanso para viajeros y peregrinos.

La casa donde vivían los monjes encargados de su cuidado, y una pequeña hospedería con cuadras; sin embargo, actualmente sólo queda en pie la ermita, aunque podemos llegar a intuir la importancia del lugar al contemplar los grandes arcos de la antigua hospedería, que se resisten a caer en el olvido. Pero es en el interior, donde el lugar sorprenderá más al viajero con sus yeserías mudéjares. La vista se pierde entre entramados geométricos imposibles, para terminar fijándose en la bóveda, el auténtico corazón de la ermita.

Junto al templo existe un área de descanso, con fuente y paneles de información para el turismo. También se sitúa el singular 'Bosque de los Olivos', representativo de la importancia que tiene este cultivo en la zona, y donde es posible conocer las 13 variedades de olivo existentes en estas tierras: Royal, Negral, Alía, Alquezara, Gordal, Cerruda, Alquezrana, Neral, Piga, Arbequina, Blancal, Panseñera, Verdeña y Empeltre.

Del santuario parte el camino que conduce al Mirador de la Barraca, desde el que puede disfrutarse de excelentes panorámicas de este sector del Somontano. Pocos metros más adelante es posible tomar el camino que enlaza con el de regreso a Buera.

Desde el Camino de Dulcis es posible realizar otras rutas senderistas señalizadas, como acceder a Colungo a través del Sendero Histórico, o a Salas Altas siguiendo la Ruta de las ermitas del Somontano.

Artículo publicado y adaptado en audioguía en 'Descubre el Somontano de Barbastro -->'

lunes, 14 de marzo de 2011

Descubre el Somontano: Santuario de Nuestra Señora de Dulcis, en Buera

Santuario de Nuestra Señora de Dulcis en Buera (Somontano, Huesca, Aragón, España)

El Santuario de Nuestra Señora de Dulcis, en Buera, construido a mediados del siglo XVII, y declarado como BIC (Bien de Interés Cultural) en el año 2002, fue edificado sobre la base de un pequeño templo románico del siglo XIII, siendo dependiente de la cercana Colegiata de Santa María de Alquézar.

El primitivo templo debió de quedarse viejo, pequeño para la gran afluencia que soportaba, melancólico y oscuro; y por ello, en el año 1658 se emprendió la construcción del nuevo santuario, que ha llegado hasta nuestros días. El siglo XVII, especialmente en Aragón, fue época de crisis política, económica, hambrunas, epidemias y guerras. Ante tantas penurias, un hondo sentimiento de religiosidad llevará a las comunidades a asumir los gastos en la construcción de nuevos templos, capillas y oratorios.

En este contexto debe interpretarse la construcción del Santuario de Dulcis, y así se muestra en las dificultades económicas que se hubieron de superar para finalizar las obras. Un ejemplo de ello fue la solución adoptada por las mujeres del lugar para donar el dinero proveniente de la venta en los mercados de los huevos, que pusieran las gallinas los sábados, y así poder financiar las obras del templo, que se concluiría en 1664.

Actualmente la iglesia se levanta exenta, ya que los edificios que conformaban la 'Casa' con las dependencias de la comunidad y la hospedería fueron demolidos, quedando sólo algunos paramentos de sillar y la cisterna o aljibe donde se recogía el agua de lluvia, todo ello junto a la fachada sur del templo. Precisamente en el primer tramo de la nave de este muro, junto a la capilla, se abría uno de los accesos al interior, en arco de medio punto dovelado. También son visibles algunos de los contrafuertes originales de la fachada. La casa proporcionaba habitación al Prior y capellanes, y era utilizada como hospedería para peregrinos y viajeros por la Comarca del Somontano. Constaba de cuatro plantas. En la planta baja tenía bodega, lagar con tres cubas de vino y una cuadra espaciosa.

Exteriormente, muestra un aspecto sobrio y austero, sin ornamentación propio del barroco aragonés, debido a las dificultades económicas del momento los materiales elegidos para la construcción son austeros: generalmente ladrillo y escaso uso de la piedra sillar. Sin embargo, el interior del templo ofrece una decoración de yesería de tradición mudéjar, que es lo más sobresaliente de esta iglesia. Dulcis es uno de los edificios más completos y espectaculares decorados con este tipo de ornamentación, que se impondría en Aragón después de 1610. La fachada norte ha sido revocada con cemento y cal, dejando visibles las esquinas, el basamento de sillar y cuatro zonas en la parte alta donde se aprecia el aparejo original de ladrillo. Se completa esta fachada con tres contrafuertes.

La fachada está compuesta por dos cuerpos: el inferior con basamento de piedra sillar ligeramente resaltado, y el superior realizado en ladrillo. La separación entre ambos se realiza con una imposta de ladrillo aplantillado en cuarto de bocel y una hilada del mismo material en saledizo. Todavía se aprecian en la zona de ladrillo los mechinales que fueron tapados en alguna anterior restauración.

Sobre el tejado a doble vertiente cubierto con teja árabe, únicamente sobresale el volumen octogonal de la linterna de la cúpula del presbiterio realizada en ladrillo, donde abre un vano en arco de medio punto en cada lado entre pilastras que sobresalen en las esquinas.

La entrada principal se sitúa en la fachada de los pies, orientada al oeste, única realizada enteramente en piedra sillar. En el centro abre la portada en arco de medio punto dovelado, sobre el que se coloca una hornacina avenerada. En la parte superior está el óculo que ilumina la nave desde el coro, completando la composición de la fachada.

Al entrar en el templo se pasa bajo el sotocoro que soporta el coro alto, sobre amplio arco carpanel. Lo primero que llama la atención es un pilar colocado en el centro de la nave y que sirve para garantizar la estabilidad de la nave en esta parte de la bóveda.

La iglesia es de una sola nave cubierta con bóveda de lunetos y dos capillas laterales a modo de crucero. Los tramos de la nave se separan por pilastras de escaso relieve adosadas a los muros, que se prolongan en altura mediante arcos fajones o perpiaños que ciñen la bóveda y la dividen en sus cuatro tramos. Una cornisa a modo de entablamento y que va adaptándose en su recorrido a los avances de las pilastras, decorada con dentículos o dentellones, recorre toda la longitud de los muros, incluidos los laterales del presbiterio. Mediante esta solución se crea desde los pies de la nave una perspectiva que lleva a dirigir la mirada instintivamente hacia el punto focal más lejano: el presbiterio, de planta cuadrada, cubierto con cúpula sobre pechinas provista de linterna y a su lado norte se adosa la sacristía. El elemento más destacado de este edificio es la magnífica decoración interior de yeserías en: bóveda de cañón, arcos fajones, arcos torales, cúpula del presbiterio y capillas laterales. Dos repertorios ornamentales diferentes se conjugan en Dulcis; de un lado, los de clara raigambre mudéjar, que se ubican en la bóveda de la nave, capilla del lado sur y algunos elementos de la decoración del presbiterio, como el entrelazo y las estrellas; de otro, los de carácter 'más barroco', de filiación clásica y occidental, como los que se hallan en la capilla del lado norte y en otras zonas del presbiterio. La técnica para el tratamiento del yeso, es mixta: combina la talla y el molde. Partiendo de una red esbozada y marcada previamente sobre los planos de yeso fresco de la bóveda, se procede a la talla de los lazos o cintas, que se entretejen formando diseños geométricos. En los huecos que deja esta red, se aplican motivos elaborados a molde. Esta conjugación de estilos consiguen crear un espacio dotado de una gran plasticidad y movimiento.

La nave se estrecha al llegar al arco triunfal por el que se accede al presbiterio. Este estrechamiento se produce por una pilastra doblada y por el avance de las jambas del arco hacia el eje longitudinal de la nave. Este avance viene dado por la necesidad de compensar el peso que debe soportar este arco, que no puede distribuirse como en los otros tres torales mediante su apoyo en los muros.

Los paños que decoran la bóveda ofrecen un repertorio ornamental sumamente variado: todos ellos son diferentes. Los paneles presentan una decoración seriada, susceptible de ser prolongada hasta el infinito. Las estrellas con las que han sido cubiertos estos paneles simulan la bóveda celeste. La luz natural y, más aún la de las velas, produce la sensación de que la bóveda ha perdido su consistencia sólida, generando un espacio fluido e inmaterial, efecto éste que viene potenciado por la utilización de la bicromía blanco-crema.

Esta bicromía contrasta con la de blanco-gris que es aplicada en el presbiterio, en donde además de la utilización de ornamentación de tradición mudéjar, se utiliza el repertorio clásico. Otro elemento que redunda en la singularización de este espacio, es el tratamiento de la luz natural. Mientras que la nave, iluminada sólo por el óculo abierto a los pies, queda en penumbra, la luz que penetra a chorro por la linterna de la cúpula, ilumina vivamente el presbiterio.

La decoración con yeserías de lazo, supuso una auténtica moda ornamental en todo Aragón en el siglo XVII, pero pocas de estas obras alcanzan la perfección y la calidad técnica de la que hicieron gala los maestros que trabajaron en Santa María de Dulcis.

Las yeserías de Nuestra Señora de Dulcis son por su estado de conservación y por su riqueza decorativa un raro ejemplo de arte barroco aragonés de estilo mudéjar junto a una de las capillas de La Seo de Zaragoza, y las iglesias altoaragonesas de Juseu y Peralta de la Sal. Estas bóvedas de yeserías han recuperado el esplendor de antaño tras haber sido restauradas recientemente.

La restauración ha permitido completar la reforma del resto de las yeserías del templo, así como la consolidación de paredes, carpintería, alumbrado y suelo. La actuación se ha completado con la urbanización del exterior, el merendero, la fuente y la señalización para el turismo del ‘Bosque de los olivos’, representativo de la importancia que tiene este cultivo en la zona. Los nombres de las variedades de olivas que se dan en este bosque son: Royal, Negral, Alía, Alquezara, Gordal, Cerruda, Alquezrana, Neral, Piga, Arbequina, Blancal, Panseñera, Verdeña y Empeltre.

La ermita de Santa María de Dulcis es centro espiritual de primer orden de la Comarca del Somontano, y lugar tradicional de romería a principios de mayo y al que acuden vecinos de Buera, Alquézar, Radiquero, San Pelegrin, Colungo, Asque y Huerta de Vero. La tradición de venerar a la Virgen en este lugar, en el que se apareció, se remonta al siglo XII. Las primeras noticias documentales que se poseen del lugar, son de esta época y aparece con el nombre de "Ocis", "de Ozis" y "d’Ulcis", para posteriormente derivar en el término Dulcis, con el que hoy se conoce. Se sitúa en un plano en el que abundan las aliagas, el romero y el tomillo y son numerosos los panales de abejas en sus alrededores, y a partir del cual, surgirá la leyenda popular que tras la expulsión de los moros de estas tierras durante la reconquista, se apareció la Virgen sobre uno de aquellos panales de miel, en el lugar que hoy se venera su imagen.

Este lugar también tiene un alto valor etnográfico, debido a su vinculación con el cultivo del olivo. La tradición popular otorga a la Virgen de Dulcis propiedades de curación y protección frente a enfermedades relacionadas con la garganta. Hoy todavía se conserva la tradición de ungir la lengua a los niños con aceite del santuario para que aprendan a hablar pronto y sean locuaces. También se conoce de peticiones para la curación de enfermedades tan curiosas como el garrotín, viejo nombre de la difteria.

Reloj solar


Los visitantes de Buera, sus vecinos y aquellos amantes del contacto con la naturaleza y el patrimonio ya pueden perderse por los alrededores del santuario de Santa María de Dulcis o por el 'Bosque de los Olivos' sin el temor de que se les eche el tiempo encima. Un gran reloj solar marca las horas a la antigua usanza del medio rural proyectando la sombra del astro rey sobre doce olivos plantados entre la ermita y el bosque formado por todas las especies olivareras que se cultivan en la comarca del Somontano.

Se trata de un reloj de sol horizontal de grandes dimensiones, con 20 metros de largo por 14 de ancho y 11 metros de mástil. La singularidad radica en que cada una de las horas que marca coincide con un olivo de una variedad de la comarca del Somontano.

La creación de este reloj solar ha sido un trabajo de colaboración conjunto entre el Museo Ca l'Agustí de Alpicat, el Torno de Buera y la Asociación Olearum donde el equipo humano ha sido fundamental para su realización. El diseño ha sido realizado por Agustín Serés y en su construcción ha participado también Mariano Lisa, ambos miembros de Olearum.

Con la instalación de este reloj se pretende rendir un nuevo homenaje al olivo donde el tiempo parece detenerse, y a sus gentes, aquellas que con su esfuerzo, y sacrificio permiten que las generaciones futuras le vean crecer.

Artículo publicado y adaptado en audioguía en 'Descubre el Somontano de Barbastro -->'

jueves, 10 de marzo de 2011

Descubre el Somontano: Ruta de las Ermitas en el Somontano

Ruta de las Ermitas en el Somontano (Huesca, Aragón España)

Duración aproximada: Media jornada.
Dificultad: Baja.
Época: Todo el año.
Longitud: 13 kilómetros.
Punto de partida: Cualquiera de las localidades por donde transcurre la ruta. Se trata de una ruta circular.
Desnivel acumulado: 300 metros.
Recomendaciones: Previsión de agua y llevar calzado adecuado. No desviarse del itinerario marcado y evitar días de máximo calor.

'Cinco pueblos, una ruta', es el lema de la ‘Ruta de las Ermitas’ que recorre cinco poblaciones vecinas del Somontano, y que contaron con fuertes lazos de unión en el pasado. Los municipios que forman parte de este recorrido son Santa María de Dulcis, Salas Altas, Salas Bajas, Pozán de Vero y Castillazuelo. Se trata de un recorrido apto para todos los públicos, abarcando 13 kilómetros se pueden realizar a pie o en bicicleta de montaña, a través de senderos balizados; y en coche. Está entre los itinerarios más largos de la Comarca del Somontano.

Para el turismo, el itinerario es homogéneo en su señalización, con balizas en cruces, puntos de recordatorio, postes y flechas en lugares concretos donde pueden surgir dudas; barandillas de madera en área con zonas de desnivel, balsas o pendientes. Además, se ha empleado la misma madera tratada en cada pueblo y se han instalado, en cada localidad, paneles de inicio e interpretativos de la Ruta con información general, cartografía, recomendaciones y datos relativos a las ermitas. El camino es atrayente y cómodo para el senderismo. Además, se puede entrar y salir de cada uno de los caminos que llevan a las ermitas sin necesidad de completar todo el trayecto.

La ruta transcurre por senderos prácticamente llanos con sólo un desnivel de 300 metros en el monte de Salinas que separa Buera y Salas Altas. La ruta es circular, es decir que se puede iniciar desde cualquiera de los municipios citados. Los accesos a las ermitas están señalizados y en cada ermita se ha levantado un cartel que habla de la ruta y de las características patrimoniales del templo, incluso la localización de la llave, así como de otros encantos con los que cuenta la población.

La ruta recorre las cuatro ermitas de San Fabián y San Sebastián en Castillazuelo, San Macario en Pozán de Vero, El Plano en Salas Bajas y La Candelera en Salas Altas; así como, el Santuario de Nuestra Señora de Dulcis en Buera. Todas ellas de estilos diferentes.

El itinerario conjuga el interés paisajístico con la posibilidad de conocer cada una de las cinco localidades. Durante el trayecto, se recorren zonas de viñedos, olivares centenarios y otros alicientes naturales que invitan al recorrido tranquilo. A la variedad del paisaje, con la cordillera pirenaica de fondo, se suman la riqueza del patrimonio histórico y los hermosos conjuntos urbanos, a las puertas de la gran reserva natural de Guara.

Además de este valor paisajístico hay que destacar la riqueza antropológica que ofrece esta propuesta ya que al margen de su calidad artística y de su valor arquitectónico, estos templos son un auténtico epicentro espiritual para los vecinos y en torno a ellos gira el ciclo festivo y religioso del pueblo. Las cinco son referencias de advocaciones marianas y tradiciones populares muy arraigadas entre los vecinos de cada municipio.

La Ruta, si se comienza en Castillazuelo, ofrece la posibilidad de visitar la iglesia de San Salvador, correspondiente al siglo XVIII, y cruzar el puente medieval hasta el Centro de Interpretación del río Vero, que alberga ruinas de la fortaleza medieval en lo alto del pueblo. La pequeña ermita de San Fabián y San Sebastián es de construcción sencilla, en 'lajetas', y adosada al cementerio. Los vecinos la consideran como segunda iglesia.

En Pozán de Vero destacan la iglesia parroquial, del siglo XVIII, y las casas construidas con tapial, piedra y ladrillo de los siglos XVI y XVIII, como itinerario urbano previo a la ermita de San Macario, construida a finales del siglo XVIII. Su portada de medio punto con dovelas decoradas con motivos de simbología astral es el aspecto más atrayente. El edificio consiste en una nave de planta rectangular y en el muro meridional se ubica la capilla del Santo Cristo, donde se conservan singulares pinturas murales del día y de la noche. En la visita a la localidad se recomienda también la senda de los Azudes de Pozán en el cauce del río Vero.

El recorrido sigue hacia Buera, en el municipio de Santa María de Dulcis, donde cabe destacar la iglesia parroquial de San Juan Bautista, de estilo medieval, y son curiosas las visitas a los patios empedrados con losas y cantos de río, así como a la antigua almazara que tiene su origen entre los siglos XVII y XVIII. Cerca del pueblo está el Santuario de Nuestra Señora de Dulcis, del siglo XVII, de estilo barroco, en cuyo interior se aprecia la magnífica decoración de yeserías. Se trata de uno de los lugares más habituales para la celebración de romerías por parte de los pueblos de la zona con influencia geográfica del río Vero y, según cuenta la tradición, los niños cuya lengua se unten con el aceite de la lámpara del altar, de mayores serán 'adultos locuaces'. De camino hacia el santuario, se encuentra el Pozo d'os Moros y, cerca de Dulcis, el 'Bosque de los Olivos', lugar aconsejable para un paseo tranquilo.

En la localidad de Salas Bajas, se erige la iglesia parroquial de estilo barroco tardío y grandes dimensiones, construida en el siglo XVIII y dedicada a San Vicente Mártir. En las fachadas de algunas casas, se aprecian hornacinas para el santo patronal y, por un sendero rodeado de viñedos, se llega hasta la ermita de la Virgen del Plano de origen medieval, que alberga restos de un mosaico romano y cuenta con claustros de columnas pareadas.

La última parte de la Ruta llega a la ermita de La Candelera, en Salas Altas. Según referencias históricas locales, fue una torre defensiva durante la conquista cristiana, y más tarde iglesia parroquial hasta el siglo XVI. El lugar, a 631 metros de altitud, es un balcón natural excelente desde el que se divisan muchas localidades de la Comarca del Somontano y amplias panorámicas de viñedos. Sin duda, un enclave ideal para terminar el recorrido senderista.

Artículo publicado y adaptado en audioguía en 'Descubre el Somontano de Barbastro -->'

miércoles, 9 de marzo de 2011

Descubre el Somontano: Ermita de San Fabián y San Sebastián en Castillazuelo

Ermita de San Fabián y San Sebastián en Castillazuelo (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Hubo épocas en las que la festividad de estos santos era muy guardada y celebrada, e incluso existió una cofradía en Castillazuelo de devotos que honraban con especial fervor a sus patronos. Se reunían periódicamente para tratar sus asuntos y al menos una vez, sino más al año, celebraban una gran comida de hermandad; posiblemente este sea el origen de la actual cena popular que se organice en la víspera de cada 20 de enero. El día de la fiesta, los miembros de la Cofradía acudían a misa en la ermita vestidos con el uniforme de gala, del que formaban parte esencial la capa española y el sombrero negro de ala ancha. las hogueras que se celebran para San Fabián y San Sebastián dan cohesión social al vecindario. Refuerzan la huella de sus gentes, los vínculos de grupo y mantienen los tradicionales modos de reciprocidad y ayuda entre los vecinos de la calle, del barrio o del pueblo.

Se cuenta que al morir el Papa San Antero, en el año 236, el clero de Roma se reunió junto con los fieles creyentes, para elegir al nuevo Papa, y que estando allí reunidos, vieron descender una paloma sobre la cabeza de Fabián. No habían pensado elegirlo a él porque todavía no era sacerdote. Pero ante esta señal, lo eligieron, y fue ordenado sacerdote y consagrado obispo. El emperador Decio ordenó en el 250 una terrible persecución contra los cristianos y al primero que mandó matar fue al Papa San Fabián.

Dicen los antiguos documentos que Sebastián era Capitán de la Guardia en el Palacio Imperial en Roma, y aprovechaba ese cargo para ayudar lo más posible a los cristianos perseguidos. Pero un día lo denunciaron ante el emperador por ser cristiano. Maximino lo llamó y lo puso ante la siguiente disyuntiva: o dejar de ser cristiano y entonces ser ascendido en el ejército, o si persistía en seguir creyendo en Cristo ser degradado de sus cargos y ser atravesado a flechazos. Sebastián declaró que sería seguidor de Cristo hasta el último momento de su vida, y entonces por orden del emperador, en el años 300, fue atravesado a flechazos. Ha sido invocado por muchos siglos como patrono contra las flechas envenenadas y para librarse de plagas y enfermedades. El nombre Sebastián significa: 'Digno de respeto. Venerable'.

Se desconoce la fecha exacta de la fundación de la ermita, pero es muy probable, que fue anterior al cementerio y que éste se ubicó precisamente adosado a la iglesia, por considerar sagrado aquel lugar. El hecho de que el camposanto esté junto a la iglesia ha condicionado el uso y función de ésta, de manera que historietas populares, conocedoras en toda la Comarca del Somontano, no habrían ocurrido en San Fabián y San Sebastían sin esa vecindad.

Una de esas leyendas, curiosas para el turismo, cuenta que la señora Remigia, viuda, con muchos años, vivía sola pero sin agobios, pues se defendía por ella sola con igual soltura que cualquier joven. Pequeña, delgada, poseía la vitalidad de las personas activas y decididas que no descansan nunca. También sabía desempeñar eficazmente cualquier trabajo y, no tener miedo ni a nada ni a nadie. Caminaba ligera como una ardilla y nunca decía que estaba cansada, hasta que un día empezó a notar molestias en una rodilla, a causa de una verruga que le apareció sin previo aviso, justo en el centro de la rótula. Lo que al principio parecía algo sin importancia fue a peor y la mujer vio cómo cada vez sufría más al caminar. Probó remedios y potingues varios. A cada cual que le explicaba su problema le recetaban un remedio infalible: frotarse con la raíz de un junco chafado, lavarse con agua de ruda hervida con ajos, contar nueve estrellas durante una novena, ... Pero nada, la verruga y los dolores iban a peor. Cansada de estos infructuosos remedios recordó que alguien, muy cualificado, le había recomendado una medicina ideal y segura. Pero era difícil de conseguir...

La receta era todo un ritual y consistía ni más ni menos en que: cuando en el pueblo ocurriera un accidente y una persona falleciera, la señora Remigia tenía que frotar la verruga con el dedo gordo del pie derecho del fallecido, y debía hacerlo mientras sonaban las campanadas de las 12 de la noche. Solo eso, y la verruga se curaría. Ahí es nada, pensó ella, ya que hacía años que no ocurría una desgracia gorda en el pueblo. Por eso casi llegó a olvidarse del remedio. Pero lo que son las cosas, el suceso fatal ocurrió cuando nadie lo esperaba. Aquel verano, tras una tormenta y la consiguiente riada, cuatro zagales cometieron la imprudencia de ir a nadar al gorgo de las 'Ollas' (situado en el Camino de Ras Vals) cuando aún bajaba el agua turbia. Uno de ellos se tiró al río de cabeza con tan mala suerte que entre el barro y las ramas de un árbol que la riada había arrastrado, quedó atrapado en el fondo. Cuando los amigos lo echaron de menos, era tarde, se había ahogado. Para el obligado trámite de la autopsia, aquella tarde llevaron el cadáver a la ermita de San Fabián y San Sebastían donde quedó depositado hasta el día siguiente.

Era la oportunidad de la señora Remigia. Con la decisión propia de su carácter y del que hace lo más natural del mundo, sin decir una palabra a nadie, sola y provista de una llave de la iglesia que había conseguido con pretexto de ir a limpiar y barrer, poco antes de la medianoche, al salir de casa se cubrió la cabeza con una de las sayas para evitar ser reconocida y subió hasta San Fabián. Entró en la ermita, destapó el féretro medio tanteando a la escasa luz de la luna que entraba por la ventana y, tal y como le habían prescrito, se frotó la verruga con el pulgar del pie derecho. Salió, cerró la puerta y con igual tranquilidad con la que subió, bajó la cuesta hasta su casa. Milagrosamente, como le habían asegurado, a los pocos días la verruga y sus dolorosas consecuencias habían desaparecido. Y es que la fe mueve montañas. Una explicación es que las verrugas son sensibles a estímulos psíquicos y mentales, algo como una sugestión o la hipnosis.


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martes, 8 de marzo de 2011

Descubre el Somontano: Senda de los Azudes en Pozán de Vero

Senda de los Azudes en Pozán de Vero (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Duración aproximada: 2 horas.
Dificultad: baja.
Época: todo el año, aunque es preferible no hacer el recorrido durante los días de máximo calor.
Punto de partida: Piscinas municipales, en zona polideportiva de Pozán de Vero.
Recomendaciones: ir provistos de agua y llevar calzado adecuado.

La Senda de los Azudes permite el turismo libre a la antigua presa de piedra bajo el canal del Cinca y al airoso puente medieval. Además, permite al paseante adentrarse en la zona de los huertos y del bosque de ribera. Chopos, sauces, almendros, olivos centenarios,... acompañan al visitante a lo largo de este agradable paseo. Esta senda de Pozán de Vero se comparte con los hortelanos que van y vienen a sus parcelas, con los vecinos afanosos en la limpieza de las viejas acequias o con las mujeres que pasean entre charradas hasta la fuente.

Esta ruta senderista comienza junto a las piscinas municipales de Pozán de Vero y lleva, en tan sólo 5 minutos, hasta el puente medieval. De allí sale un ramal al acueducto del canal del Cinca que salva el río Vero. Bajo él se conserva el llamado Azud d'Arriba. Se trata de una obra hidráulica construida con potentes muros de piedra en una zona del río donde ya había una poza natural, que se ahondaría con el salto, y que servían para elevar el agua y así dirigirla a las acequias. Posiblemente en sus orígenes, se trató de una construcción árabe, transformada en la Baja Edad Media y recrecida posteriormente. Quizás este pozo fuera el origen de la localidad, ya que en su primera mención en 1095 aparece como "Pozsant” en la documentación del rey Pedro I y a partir de 1543 será ya citado como 'Pozán de Vero'. Lo que ha llegado hasta nuestros días se edificó entre los siglos XVI y XVII para mover los molinos de harina y aceite de la orilla izquierda del río Vero.

Muy cerca se encuentra el Acueducto del Canal, construido entre los años 1962 y 1970 para llevar agua del Cinca a tierras del sur de la Comarca del Somontano y los Monegros. De vuelta al puente, el camino se adentra en la zona de los huertos situados en la margen izquierda del río. Observando con atención se pueden ver los cambios en los huertos a lo largo del año: desde la abundancia en verano de tomates, judías, pimientos o pepinos; a la tierra muerta y desnuda en invierno.

Un puente medieval salva el río Vero comunicando Pozán con las vecinas localidades de Peraltilla y Azara. Es uno de los mayores atractivos de la ruta. Cuenta con un único arco de esbelto trazado (15 metros de anchura y 7 de altura) y tablero a dos vertientes. Su longitud total es de 26 metros y 3,4 metros de anchura en el tablero. Su perfil a dos vertientes, conocido como 'lomo de asno' es característico del medievo. Según expertos en simbología, el apuntamiento del tablero responde al deseo de considerar a la verticalidad como metáfora del acercamiento del hombre a Dios. También porque responde a las características constructivas de ese momento. La estrechez de los caminos en la Edad Media hizo que los puentes también fueran angostos.

Después de atravesar el puente medieval de Pozán de Vero el camino prosigue por la margen derecha del río. Durante el recorrido se atraviesan oliveras centenarias, extensos campos de cereal y almendreras. Poco a poco el sendero sale de esta zona cultivada para adentrarse en el bosque de ribera donde crecen los chopos, sauces, fresnos y olmos. El soto se prolonga hasta llegar al Azud de Abajo o de San Marcos; de nuevo se trata de una presa artificial construida con piedra arenisca que se utilizó para elevar el nivel del agua y derivarla a la acequia de San Marcos, necesaria para mover varios molinos y un batán, así como para regar las huertas de Castillazuelo y Barbastro. Es una de las más monumentales obras de su clase, de las mejor construidas y conservadas. A los pies de la cascada se ha formado una gran poza o badina de agua que es utilizada por los habitantes del entorno como lugar de baño y recreo.

Son estos azudes, la acequia de San Marcos y las riberas del río Vero zonas donde habitan especies características y endémicas: el pez fraile, la piraña del Vero y el mejillón, un bivalvo de conchas anacaradas.

La vuelta a Pozán de Vero debe hacerse siguiendo el mismo itinerario.

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lunes, 7 de marzo de 2011

Descubre el Somontano: Camino Ras Vals en Castillazuelo

Camino Ras Vals en Castillazuelo (Somontano, Huesca, Aragón, España)

Duración aproximada: 2 horas.
Dificultad: Ninguna/Baja.
Época: Todo el año.
Longitud: 4,3 km.
Punto de partida: Centro de Interpretación del Río Vero en Castillazuelo. Existe la posibilidad de iniciar el itinerario desde el aparcamiento situado junto a la carretera, a pocos metros del Canal de Castillazuelo.
Desnivel acumulado: prácticamente llano.
Recomendaciones: El camino carece de fuentes, por lo que es recomendable aprovisionarse de agua para el recorrido.

Introducción


El Camino Ras Vals es un sencillo itinerario, accesible para todo el turismo, que discurre por las dos orillas del río Vero, sin separarse mucho de su cauce, entre la localidad de Castillazuelo y las proximidades de Pozán de Vero. Son numerosos los elementos de interés que aparecen a lo largo del camino, destacando especialmente los sotos ribereños y las antiguas construcciones asociadas al aprovechamiento de las aguas del río, como son puentes, canales y azudes. Sin duda, es el sendero estrella de esta localidad de la Comarca del Somontano que da a conocer su patrimonio natural y cultural.

Gran parte del recorrido discurre por orientación norte y entre abundante vegetación con lo que es un lugar apropiado para recorrerlo en los meses más calurosos, aunque es más espectacular en otoño con esos tonos amarillentos y ocres, o en primavera después de fuertes lluvias cuando el río baja un poco crecido. Por último, el camino de regreso lo podemos combinar con el de ras Huertas Altas.

Descripción


Junto al Centro de Interpretación del Río Vero, debe tomarse la empinada calle asfaltada de ro Plano que se dirige al barrio denominado Lugar Alto, en el que se encuentran los restos del castillo. A pocos metros del Centro de Interpretación, al pasar por la era Naya, y a la derecha, veremos la indicación que señala el inicio del viejo Camino ras Vals. El camino es de herradura y era utilizado antiguamente por los agricultores de Castillazuelo para acceder a algunos de sus campos de cultivo, pero desde la construcción de la carretera del canal y la mecanización con tractores, quedó prácticamente en desuso.

Pasamos junto al pajar de Diego-Sanz, y desde las barandillas situadas en el primer tramo del camino puede disfrutarse de excelentes panorámicas de Castillazuelo y del río Vero. Seguimos la senda río arriba, en este tramo está salpicada de abundante vegetación: carrascas, caichigos (robles), chinebros, aliagas, galabarderas (escaramujo), retamas, entre los más representativos, y una gran variedad de plantas aromáticas. A escasos 5 minutos del inicio se llega al Mirador de ras Garitas, aquí tenemos unas buenas vistas de ras Huertas Altas y de ras Ollas, donde hay una mesa de interpretación que nos ayudará a conocer las características de este sector del valle.

Tras dejar atrás el mirador situado en el punto más elevado del recorrido, seguimos siempre dirección Oeste, y el camino comienza a descender y a aproximarse a los sotos del Vero, donde crecen numerosas especies vegetales. Estas formaciones boscosas son esenciales para el mantenimiento de la vida animal y vegetal en torno al río, al mismo tiempo que protegen las orillas de la erosión producida por la corriente en momentos de crecida. Se pasa al lado de una pequeña caseta excavada en un terrero. Continuamos atravesando el barranco de ras Garitas, seguimos la senda sin pérdida ninguna hasta el próximo barranco de ro Breco. En este punto nos podemos acercar un momento al peñón de ras Ollas, Gorgo emblemático de Castillazuelo donde la gente solía venir de pesca o a bañarse en verano. Para continuar regresamos al barranco, lo cruzamos, y seguimos paralelos al río atravesando un banco de limo arrastrado por las riadas que lo depositan en ese punto. Después de esto llegamos al tramo más espectacular del sendero que discurre por un peñón de arenisca, prácticamente hasta la Canal y muy cerca del río, donde se escucha el tranquilizante ruido del agua, y donde destaca una vegetación exuberante de carrascas, caichigos, chopos y menos abundante bucho y cornicabra. También nos podemos encontrar con un poco de suerte, sobre todo al atardecer, el esgarrapescaire (garza real) o varias especies de patos, y escuchar el canto de alguna torda negra (mirlo), sin contar con la abundante variedad de pajaricos más pequeños.

En un punto del camino se aprecia con claridad unos surcos excavados en la roca arenisca, como resultado del desgaste que originaron las personas, los animales de carga y las ruedas de los carros al transitar por este lugar a lo largo de los años.

Sin abandonar el camino, se llega cómodamente al Canal de Castillazuelo, acueducto construido en piedra en el año 1578, pues anteriormente era de madera y por el que actualmente atraviesa la acequia de San Marcos que riega las huertas de Castillazuelo y Barbastro. Junto a él puede tomarse el sendero secundario que conduce al azud de San Marcos o Salto de Pozán y al que es posible llegar en tan sólo 10 minutos.

Para ello seguimos una senda que discurre paralela a la acequia y un campo de cultivo hasta que encontremos un paso de tierra para cruzar la acequia. Después tenemos una pista de tierra que nos lleva donde nace la acequia, la cruzamos por una pasarela y continuamos por el dique de hormigón donde están las compuertas para desaguar la acequia. Nos podemos acercar hasta el mismo azud para contemplar el salto del agua. Referente al origen de este azud no existen muchos datos fiables, aunque hay documentos antiguos que lo citan en el año 1173.

Del Salto de Pozán de Vero hay que regresar nuevamente al Canal de Castillazuelo, con el fin de poder cruzar el río Vero en este punto. A partir de aquí seguimos la acequia sin subir a la carretera. El sendero continúa por la margen izquierda del río, y en el punto donde la acequia sale a cielo abierto, descendemos hacia el río, y continuamos dirección Este, hasta encontrarnos con el camino ras Huertas en dirección al casco urbano de Castillazuelo. A lo largo del recorrido es posible admirar varios quejigos de gran porte, así como de nuevas perspectivas del valle.

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