martes, 10 de agosto de 2010

El conocimiento es nuestro motor, y el combustible nuestra actitud

El conocimiento es nuestro motor, y el combustible nuestra actitud

Al vivir en una sociedad cuya cultura es muy competitiva, la vida siempre acaba siendo una carrera llena de obstáculos, y en algunos casos, donde el 'fair play' brilla por su ausencia.

Los años que dedicamos a la universidad y al estudio es tiempo de preparación para salir al circuito, la acumulación de un número elevado de conocimientos que van cargando y alimentando nuestras neuronas para construir el motor que nos va a permitir competir.

Hasta que un día obtenemos el título académico, que incluye una calificación que mide el potencial de nosotros mismos y de nuestro 'motor'. Se acabó el patrocinio de nuestra familia o el patrocinio empresarial o del Estado a través del sistema de becas. Todo lo que tenemos por delante es nuestra soledad y la polvareda de nuestro circuito profesional, ocupado por muchos que ya corren desde hace años y por otros que constantemente se van incorporando desde su línea de salida. Todos quieren ganar, y ese número de aspirantes es elevado.

Todo el conocimiento adquirido es nuestro motor, es nuestra aptitud.

Pero en la carrera de la vida profesional (y también de la no profesional), lo que realmente será decisivo para nuestros avances, derrapajes, salidas de pista, acelerones y pódiums va a ser nuestra actitud.

Hay quienes una vez que han alcanzado su título académico, lo enmarcan, y se cuelgan con él en la pared de su mejor estancia de su casa. Piensan que ya han llegado, sin percatarse que si en su actividad se da un mínimo de competición y de competitividad, su diploma académico sólo sirve como boleto de entrada en la carrera profesional.

Para ganar hay que desear por todos los medios querer ganar, algo que en términos futbolísticos tiene una excelente definición para los equipos que saltan al campo convencidos de su victoria: el llamado 'hambre de gol', algo que se sólo se sacia con mucho esfuerzo, talento y sagacidad.

Sin la suma y presencia constante de estas cualidades, aquella gran acumulación de conocimientos sólo es un estupendo motor parado.

Artículo publicado en 'Economía más Social' -->

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